Capítulo 2: Hojas del otoño y cerezos en flor
Soy Obito Uchiha: el
chico mas genial y guapo de toda Konoha *sonrío ampliamente*… ¡Aunque ese
idiota de Kakashi siempre me lleva el crédito de todo! Se roba toda la atención
de la villa y de las chicas aparte *frunzo el ceño* sobre todo de la chica que
mas me gusta bueno, la única chica que me ha gustado desde que la vi por primea
vez. Es tan linda y tan amable conmigo, que me duele que vea siempre con ojitos
brillantes a Kakashi y a mí me vea como un simple amigo… Cómo quisiera que me
viera más que eso…
Soy Rin: soy nueva en
la academia ninja de Konoha aunque ya vamos a terminar el curso: provengo del
País del Remolino y mi sueño es ser ninja médico. Mi mejor amigo en todo el
mundo es Obito: a veces siento que el me mira diferente a como lo hacen otras
personas, como si quisiera comerme con miel con la mirada… Me pregunto si le
gustaré… A decir verdad, a mí me gusta otra persona, pero siento que si digo
algo lastimaré los sentimientos de Obito y eso jamás me lo perdonaría
Me llamo Kakashi
Hatake: hay muchas cosas que me gustan, tengo mis pasatiempos y mis planes para
el futuro, los cuales no pienso mencionar.
Obito y Rin se la pasaron estudiando juntos todo el primer
día de clases (para ella) hasta que sonó la campana que indicaba la hora del
descanso. Todo el mundo salió alegremente para descansar un poco de las duras
clases y entrenamientos para poder salir a divertirse y relajarse un poco. Rin
no sabía dónde podía sentarse para poder disfrutar de su almuerzo, pero Obito
amablemente no se despegó de ella ni un segundo (que considerado) y le indicó
un lugar especial donde él pasaba el tiempo en aquella academia ninja: era un
enorme árbol donde él se pasaba durmiendo sobre sus frondosas ramas. Debajo
había un columpio viejo que nadie usaba daba una espléndida sombra. Rin quedó
maravillada de tan acogedor lugar.
-¡Es genial!- exclamó ella entusiasmada –se ve muy cómodo
para almorzar
-Si, si lo es- dijo él sonriendo satisfecho, aunque luego la
sonrisa comenzó a desaparecer mientras bajaba la mirada: se destapó un poco los
gogles para tallarse un poco los ojos
-¿Estas llorando, Obito kun?- le preguntó ella preocupada
-¡No! Estoy bien solo que… se me metió una basura en el ojo-
-¿Con los gogles puestos?-
le preguntó, teniéndolo acorralado
-….. Bueno etto yo…mmm- bajó más la mirada y se sentó en el
suelo, a los pies del enorme árbol y escondió su rostro bajo sus brazos, con
aparente tristeza. Rin lo miró algo triste, pues de un momento a otro su amigo que
estaba muy alegre hasta hace un momento lucía deprimido. Para alegrarlo un poco
se sentó junto a él y le extendió, sin hacer mucho ruido, un pequeño paquete
envuelto en un pañuelo rosado con bolitas blancas: Obito se asomó un poco
dejando ver uno de sus penetrantes ojos negros hasta que la curiosidad del ganó
y observó detenidamente a Rin y al pequeño paquete que le mostraba: era una
caja de tamaño medio (era algo grande para las delicadas manos de Rin) y estaba
envuelto en una tela color rosado con bolitas blancas, Rin le sonreía de forma
amable tierna para él y en eso se sintió confundido
-¿Y eso que es?- preguntó curioso, dejando de lado su estado
triste
-Es mi almuerzo, bueno, nuestro almuerzo- le contestó ella
sonriendo. Obito la miró asombrado con la boca abierta y en un instante su
tristeza se había disuelto en nada y la abrazó con fuerza
-¡Arigato Rin chan!- y no dejaba de sonreír y de abrazarla
fuerte, teniéndola confundida y sonrojada
-¡O-Obito kun!- ella estaba algo espantada por la reacción
del chico, pero no dejaba de producirle una sensación extraña… como si le
gustara que ella estuviera abrazando. Cuando Obito se dio cuenta de que ella se
estaba “incómoda” (cosa que no era del todo cierta) la soltó de golpe todo
sonrojado al igual que ella.
-E…etto… GRACIASPOR EL ALMUERZO- y estando mas rojo que su
símbolo Uchiha se dispuso a abrir el pequeño paquete que Rin le había regalado: cuando lo abrió se percató de
que eran Inarizushi: un tipo de sushi que es llamado “sushi ligero”: un grupo
de arroz cocido relleno con una bolsa de tofu frito. Obito se le quedó viendo
al platillo totalmente serio, ocultando sus ojos en su propia sombra
-Espero que te guste… Yo… hice un poco de almuerzo extra por
si lo podía compartir con un amigo y pensé en este platillo que me hacía mi
madre cuando era niña…-
Rin notó lo callado que estaba Obito “¿Acaso no le ha gustado? Pero si ni lo ha probado”
-Rin chan….-comenzó a hablar de repente: de pronto, Rin notó
como las lágrimas salían de los lindos ojos negros de Obito, quien parecía que
no podía ponerle fin a esas cascadas que ahora caían rebosantes de sus
inocentes ojos
-¡Obito kun! ¿Qué te pasa, estas bien? ¿A…acaso no te gustó
la comida? pero si no la has…-
-¡GRACIAS!- gritó él queriendo abrazarla pero se detuvo en
el último instante
-¿Obito kun estas bien? ¿Te hice… algo malo?- Rin estaba
ahora tan preocupada y confundida que ahora se sentía fatal ¿lo habrá lastimado
sin querer? No.
-Perdóname por llorar así tan de repente Esque yo… Esque…
este platillo me lo hacía mi mama cuando yo era pequeño- le contestó sonriendo,
limpiándose las lágrimas. Rin ahora tenía la boca abierta y le brillaban los
ojos, como si quisiera llorar
-¿E-enserio?- le preguntó ella con los ojitos brillando con
lágrimas que amenazaban con salir
-¡Claro! Déjame pruebo un poco- Obito abrió grande la boca y
degustó un buen bocado del Inarizushi -….Rin chan…. ESTA DELICIOSO ¡es lo más
rico que he probado en mi vida!-
Rin ahora ya no quería llorar, tenía las mejillas sonrosadas
como si estuviera apenada pero a la vez feliz
-¿E-Enserio te gustó?- preguntó muy sonrojada
-CLARO QUE SI- le contestó exclamando lo feliz que se sentía
con una gran sonrisa
-Obito kun… ¡baka!- ella estaba llorando tapándose los ojos
con las manos en forma de puño
-¡Rin chan! ¿Estás bien? ¿Qué te pasa?- le decía preocupado
con comida aún en la boca
-Yo… perdóname… Esque… pe-pensé que no te había gustado mi
comida- él sonrió y la vio con ternura
-Cómo crees que no me iba a gustar ¡si está delicioso!- le
sonrió ampliamente (interrumpiendo un poco su sonrisa para seguir
comiendo)-Enserio que disfruto mucho esta comida Esque… verás…- dejó de comer
un poco para comenzar a contarle su historia: -Cuando era niño mi madre me
hacía este almuerzo para ir a la academia ninja, pero dese que murió ya no lo
he comido- se quedó callado pero estaba sonriendo, sin dejar de disfrutar el
buen sazón de Rin. Ella por su parte se quedó sorprendida por su breve relato:
no sabía que Obito era huérfano y es la conmovió un poco, sintiéndose algo
triste por él: no vivir sin una madre que cuide de ti debe ser duro, y más
cuando no tienes quien te haga la comida. Obito la notó pensativa y de
inmediato reaccionó
-¡Pero no te preocupes por mí, yo sé cuidarme solo! Aquí de
genial como me vez, yo sé cocinar- le dijo triunfante, sin dejar de sonreír…
pareciera que era algo natural en él: su amplia y bella sonrisa
“¿Su amplia y bella
sonrisa? Dios, en qué estoy pensando” Rin en ese momento se puso roja como
un tomate y Obito estaba sacado de onda por el “leve” cambio de tono de piel de
su amiga
-¿Te pasa algo, Rin chan?- preguntó entre curioso y
preocupado
-¡No, estoy bien! Sólo que me agrada verte así- le contestó,
bajando un poco la mirada, con un leve tono ahora rosado en sus mejillas: pareciera
que era común que Rin se sonrojara pero de color rosa, y no rojo como la mayoría de la gente, y eso a Obito le
pareció algo muy tierno
“¿Ella me paree tierna? Demonios creo que ahora si he caído
bajo su hechizo… Esque… es tan hermosa”
-Amm… ¿ve-verme… verme como?- le preguntó nervioso
-Feliz- dijo ella sin
más vueltas
-¿Feliz?- preguntó confundido
-¡Sí!- me encanta verte feliz porque la verdad no soporto
verte triste o llorando, me hace sentir triste a mí también…-
Obito se quedó pasmado ante tal declaración y sólo sonrió,
en eso, no lo pensó y la abrazó con fuerza, pegándola fuertemente contra su
pecho sin preguntarle ni explicarle nada sobre el por qué lo estaba haciendo:
Ella estaba ahora sonrojada de color rojo intenso y él también, sólo que lucía
más calmado, pero eso no era cierto… su corazón latía fuerte, tan fuerte como
el de ella, como si ambos corazones se fueran a salir a volar juntos lejos de
sus cuerpos, que ahora no escuchaban nada, ni el ruido de las demás personas en
el patio ni nada más, sólo podían escuchar el sonido armónico de sus
pensamientos
“¿Será que me he
enamorado?”
Ellos no lo sabían pero ambos pensaban lo mismo ese momento.
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